Capítulo 46: La bailarina de Auschwitz.
- M.
- Aug 17, 2021
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La mayoría de nosotros conocemos de esta historia, sus factores, consecuencias y participantes, pero no muchos conocemos los detalles, los nombres de quienes derramaron su sangre, de sus familiares, sus luchas, traumas y lágrimas. Tampoco sabemos lo que hace más de 60 años lograron al salir de uno de los lugares más oscuros y espantosos del mundo entero: los campos de concentración.
Cómo se presentó esta situación no es un misterio. Cómo llegó la familia Eger, siendo una familia reconocida entre la comunidad judía, llena de talentos y dones, si lo es. No todos dentro de la comunidad tenían la opción de elegir entre la libertad o la cárcel. La familia Eger si la tuvo.
Lamentablemente hay decisiones que tomamos, ya sea por desconfianza o por miedo, que nos traen una consecuencia no planeada. En este caso, no solo era la menos planeada, sino, sin duda, la más temida.
1994 fue ese año en el cual no hubo escapatoria, en el que el destino, las casualidades o las propias consecuencias de los actos, tarde o temprano, lograron alcanzar al fugado. En 1994, la familia Eger llega a Auschwitz.
Sus cuerpos demacrados, hambrientos, carentes de fe, pero al mismo tiempo llenos de ilusión, conocieron en total tres campos de concentración. Las distancias eran caminadas y las llegadas eran lamentadas. Se esperaba que la situación mejorará de lugar en lugar, se esperaba que las cosas cambiarán.
Que la noche no fuera tan larga, que el hambre no fuera tan densa, que la muerte no tocara la puerta. Se soñaba con la libertad hasta con los ojos despiertos. Edith Eva Eger, junto a su hermana, Magda, se enfrentaron a sus miedos, a sus traumas y a la pérdida, mientras y mucho tiempo después de dejar de ser prisioneras.
La bailarina de Auschwitz cuenta esa historia. La de la recuperación, la del perdón, la de la liberación. Es así, cómo se desencadena perfectamente la historia en un libro compuesto por cuatro partes: la prisión, la huida, la libertad y la curación.
Volver el trauma en una enseñanza, evolucionar de carcelario a liberador, vivir en el perdón. Entenderlo. Y luego, lograr el final más esperado y enriquecedor: mirarse a un espejo y ver que el odio, el miedo y el rechazo ya no están. El perdón ha llegado a ocupar esos espacios.
No hay duda alguna, la bailarina de Auschwitz no sólo es un libro inspirador, no sólo es un libro que contiene palabras que resaltan cierta belleza. Decir que es sólo eso, sería una falta de respeto. Sería desconocer la magia y el súper poder que él mismo contiene: te cambia la vida, te vuelve más fuerte.
Te hace entender sólo una cosa…Hay un antes y un después cuando sabes que es lo que pones en tu mente, cuando sabes en qué posición estás jugando en el juego llamado vida: o eres víctima, o eres superviviente.
Nota:
En los últimos años, Eger acompañó, de primera mano, a Víctor Frankl, neurólogo, psiquiatra, filósofo y sobreviviente, como ella, de Auschwitz. Su inspiración y su deseo de encontrar el sentido de su vida se materializa debido a la presencia de él en ella.
Recomiendo, desde lo más profundo de mi corazón y de mi intelecto, leer, tanto la bailarina de Auschwitz, como el hombre en busca de sentido. Es aquí cuando lo mejor de dos universos compartidos, se conectan en uno.
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