Capítulo 4: El olvido que seremos.

M.
Aug 30, 2020
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En la casa eran doce, dentro de estos, solo dos mujeres. Durante su crecimiento, la fascinación hacia la vida, y hacia el que se la enseñaba, aumentaba cada vez más. Eran inseparables. Mientras que para unos el amor de la vida era el novio, o el esposo; para Hector Abad Faciolince, el amor de su vida era su papá.

Desde chiquito lo molestaban, de eso no hay duda alguna. En la sociedad de ese entonces –y lamentablemente, en la sociedad de hoy-, observaban curiosamente un amor tan profundo como el que se tenían los dos. Corría a sus brazos a cada instante en que se le presentaba la oportunidad, se daban besos en la boca, e, incluso, no encontraba mayor desolación que al estar lejos de él por más de unas horas. Sus hermanas, Maryluz, Clara, Eva, Marta y Sol, no entendían la razón del por qué de esa cercanía y de ese amor tan abundante; aunque claro, Abad Faciolince era el único niño de la casa, y, definitivamente, era el niño de papá.

La historia comienza el primero de octubre de 1958, en Medellín, Colombia. Héctor Abad Gómez, padre de Héctor Abad Faciolince, era médico. No obstante, era un médico para nada convencional; su amor por la medicina era algo único, rara vez operaba, rara vez estaba en el hospital, dictaba clase, y la gran mayoría del tiempo ayudaba a prevenir las enfermedades causadas por aguas -poco tratadas- de los cañaduzales de Medellín. Su vida siempre estuvo entrelazada con la igualdad y equidad, llegó así a mover masas con los miles que compartían la lucha, dejando en un segundo plano su seguridad, la seguridad de su familia, y la seguridad del amor de su vida: su hijo.

Continuó viviendo por la causa, e, incluso, por un instante, se convirtió en “ella”. Sin embargo, muchas veces, las cosas que más anhelamos, son las que más consumen. No fue una excepción su caso. No hay duda de que la vida de Héctor Abad Gómez estuvo siempre acompañada de las incertidumbres de la vida; de vez en cuando lo tuvo todo, de vez en cuando, tuvo casi nada.

Esta es la historia de una familia, la Abád Faciolince; una mezcla entre lo diferente y lo convencional. Tenían una finca en las afueras de la ciudad, una familia grande, humilde, con problemas y pérdidas intrafamiliares; poco a poco, la familia que empezó con ocho, terminó con seis.

Héctor Abad Faciolince narra desde la nostalgia su recorrido por la vida, su crecimiento personal, sus mil errores, sus caídas y sus levantadas; unas cuantas, de la mano del papá, y, otras, de la mano de las mujeres de su vida. No fue fácil. Su historia estuvo marcada por lo tradicional de esa época en Colombia: los paramilitares. En la vida de Héctor Abad Faciolince quedaron duras huellas por lo más triste del país, y, sin embargo, nace uno de los libros más lindos que he leído en toda mi vida.

“A mi no me gusta el cielo sin mi papá, prefiero irme al infierno con él”

Héctor Abad Faciolince

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